Energía y abstracción
Apuntes sobre la obra de Pablo Rasgado (Piero Atchugarry Gallery) por Martín Craciun. Febrero 2021.
Conocí a Pablo Rasgado (Zapopan, México, 1984) en la 11ª Bienal do Mercosul (Porto Alegre, Brasil, 2018). Con la curaduría de Alfons Hug, la bienal centraba su interés en los procesos de intercambio cultural y colonial entre América, África y Europa. Ramificación, la obra producida por Rasgado para la bienal, se presentaba bajo la forma de un gran mural de aproximadamente 2 metros de alto por 10 de largo hecho con los centros de ramas de palmeras locales. El mural propuso un ejercicio formal sobre patrones geométricos, resultante de una investigación que Rasgado había desarrollado semanas previas a la inauguración. En diálogo con la ciudad de Porto Alegre y en conjunto con el equipo curatorial, el artista encontró en algunas comunidades locales una mezcla de etnias que resisten los procesos de pérdida de identidad histórica, propios de una metrópoli del sur en constante desarrollo. En su proceso de investigación logró identificar una serie de patrones comunes entre comunidades afromexicanas y afrobrasileñas que remiten a las raíces comunes de ambas comunidades y se traducen en las producciones de ornamentos en construcciones y viviendas. Al trasponer esa iconografía a la Bienal y a la sala de exposición el artista busca llamar la atención sobre estos procesos y narrar una historia desde las formas de representación que ponen su acento en la importancia cultural compartida y la conexión entre los continentes de América y África.
Gran parte de la obra de Pablo Rasgado está realizada con fragmentos de paredes que recoge, extrae o se apropia. Las paredes y los muros representan un material central en su obra, son la materia prima para la confección de sus pinturas y esculturas; extrae, ensambla, construye, modifica, pega, rasca, pinta, añade y marca secciones de paredes que busca en la ciudad con dedicada pasión. Así como un arqueólogo, logra extraer fragmentos de paredes marcadas por el tiempo y su uso. Obtiene de los muros un universo de signos y huellas intencionales para confeccionar un cuerpo de obras que respiran el tiempo de la vida y su uso. Es así que sostiene una preocupación social y constructiva por el espacio construido. Sus obras pueden presentar un contenido social o político, o simplemente ser imágenes abstractas, que el artista decide apropiarse para presentarlas de una nueva forma y en un contexto particular, el del arte. Este modus operandi lo ha llevado a investigar también sobre las arquitecturas livianas y temporales del arte, aquellas utilizadas para construir los espacios característicos del sistema del arte contemporáneo y que usualmente son destruidas y descartadas al final de las exposiciones. Paredes de yeso, tabiques y muros livianos de galerías, museos y ferias de arte junto a restos de cartelería pintada conforman una materia prima con la que propone una reflexión al interior del ecosistema del arte.
Como un arqueólogo de la contemporaneidad, su trabajo es sutil: busca las huellas del tiempo, la resonancia de su uso y las formas vernáculas de las arquitecturas populares para seguir creando. Su obra resulta del encuentro de los materiales con el mundo real, tiene la huella de la arquitectura y el espíritu transdisciplinario que definió la práctica de numerosos artistas del siglo pasado. Presenta la voluntad formal de componer sugerentes patrones abstractos de reconocibles geometrías, basándose en poéticas existenciales a través de la espontaneidad gestual y el empleo de materiales que por lo general son de desecho, discurriendo entre la pintura, el objeto, la escultura y la instalación. Se concentra en un lenguaje de abstracciones y formas geométricas llenas de intervenciones espontáneas, de gestos, grafismos y pinceladas no ocultas a la vista. Su trabajo se encuentra en conexión directa con las bases de lo que Kenneth Kemble (1923-1998, Argentina) llamó el Arte Destructivo, en su texto de 1961. Kemble realiza una reflexión desde la práctica artística sobre un grupo de artistas informales que operaban en Argentina a principio de los años 60, donde expone que el deseo intuitivo de romper, quemar o destruir opera en dialéctica con los placeres de construcción y creación. Kemble sostenía que los artistas están posicionados para traducir las fuerzas destructivas inherentes en la humanidad activamente, canalizando los impulsos creativos en forma activa.
En su trabajo Ventana (2019), Rasgado presenta un grupo de fragmentos de muro de ladrillos dispuestos sobre una pared distanciados uno de otros. De unos 133 por 168 cm la pieza parece reconfigurar un rectángulo. Ventana fue parte de la exposición When the symbols shatter (cuando los símbolos se rompen) que el artista realizó en la galería de Piero Atchugarry Gallery de Miami. La obra fue parte resultante de la residencia que Rasgado desarrollara durante 2019 en RAIR (Recycled Artist in Residency). Un programa para artistas ubicado en un centro de reciclaje de materiales de construcción y demolición en Filadelfia (Estados Unidos). Rasgado trabajó un mes en la búsqueda, selección y construcción de sus obras utilizando los talleres y las maquinarias de dicho centro. Sobre cada uno de los fragmentos de muro que conforman Ventana, pintada con aerosol blanco una figura de un cuadrado con una cruz uniendo sus vértices insinúa la marca gráfica de un vano en la representación gráfica de la arquitectura. No sabemos si es el artista quien ha hecho esta marca o si la marca ya estaba ahí en el muro al que pertenecen los fragmentos. Seguramente lo segundo, pero lo que sí podemos arriesgar es que entre el título y su representación material demuestra la intención de reconfigurar un espacio imaginario. Rasgado nos propone identificar momentos de ruptura, desplazamiento y dislocación; son estas historias parciales, de presentaciones imperfectas y confusas las que nos permiten recuperar potenciales del pasado perdidos, con la esperanza quizás de que puedan encontrar su resonancia en el presente. Pablo Rasgado trabaja sobre la recuperación de formas destruidas, las huellas que almacena o inclusive los métodos constructivos tradicionales en un intento simbólico por redimir del pasado aquello que vale la pena preservar.
¿Es posible rescatar del olvido elementos del pasado que puedan iluminar nuestra experiencia actual? ¿Será entonces que Rasgado busca rescatar del pasado su “tesoro perdido u olvidado” al decir de Hannah Arendt? Es decir, encontrar simbólicamente aquellos fragmentos del pasado que aún pueden ser importantes para nosotros. El arte se transforma en consecuencia en una pregunta abierta, es el contexto el que lo actualiza y da sentido. Rasgado observa el ciclo de la vida de estos materiales y los vuelve a colocar, proponiéndoles una nueva función. Si logramos apropiarnos críticamente del pasado quizás podremos redescubrirlo, de manera de dotarlo de relevancia y nuevos significados para el presente, logrando así convertirlo en fuente de inspiración para el futuro.