Un paisaje ordenado y fragmentado
Apuntes sobre David Burdeny (Jennifer Kostuik Gallery) de Sofía Bianco Beovide. Febrero 2021.
La expertise de David Burdeny en el campo de la fotografía proviene de la pesquisa y el estudio autodidáctico; el artista, formado en arquitectura y diseño, pone al servicio de sus inquietudes estéticas herramientas de esos campos de estudio. En el desarrollo de su obra en general y en sus series fotográficas en particular podemos ver cómo evoluciona el uso de los saberes técnicos en pos de su indagación estética. Hay una histórica relación entre estas disciplinas donde el trabajo del arquitecto-fotógrafo aparece muchas veces enfocado en la lectura y la decodificación del patrimonio arquitectónico y el espacio público. Esta visión, aunque puede observarse en trabajos tempranos en la carrera de Burdeny, no es su búsqueda principal, sino que el artista concentra su reflexión en los umbrales, los límites, las uniones; en varias de sus series fotográficas más recientes vemos el estudio de estos elementos. También encontramos en su trabajo a la arquitectura leída como un paisaje, y al paisaje natural explotado en su calidad abstraccionista, donde la luz y el color toman un rol protagónico. La serie SALT es un ejemplo de cómo el artista pone en juego estos dos enfoques de la fotografía, la aplicación de su formación en arquitectura (el especial interés en el orden y la estructuración del espacio) y el interés en el paisaje recortado, abstraído de su contexto, resaltando el rol del color y la forma.
SALT es una serie de 36 fotografías tomadas entre 2015 y 2016 en Australia, Estados Unidos y México, donde el artista se vale de la fotografía aérea para traernos unos paisajes extrañamente imposibles, pero totalmente reales.
En la serie, el artista se ve absorto en paisajes fragmentados, divididos; entendemos rápidamente que no hay ilusiones, que son paisajes reales, naturales, si es que esta palabra aun tiene sentido, y aunque aparentemente vacíos de vida animal hay una presencia humana muy fuerte; vemos fronteras, divisiones, estructuras complejas que organizan lo que solo podemos arriesgarnos a definir como el resultado de la intervención humana.
Ante qué tipo de paisajes estamos, no es fácil descifrar, lagos rectangulares en tonos rojizos y azules. A través de todo su trabajo vemos el interés en el potencial artístico del espacio puro y en cómo este puede estructurarse para atraer a los sentidos, en esta serie en particular el artista explora el paisaje fotografiado desde las alturas. La escala, el plano cenital (el plano “divino”) en las fotografías de David Burdeny nos hacen flotar por encima de esa infinidad de extraños lagos geométricos, convirtiéndonos en minúsculas partículas apenas testigos de semejante esplendor y luminosidad.
Si exploramos esta lectura de su obra podemos abrir una conversación con los Románticos del siglo XVI. Nos habita la soledad y frente a la naturaleza perdemos el poder, plácidamente impotentes de cara a inmensidad.
También podemos ver a la serie SALT como un gran paisaje imposible, compuesto de paisajes esencialmente similares pero materialmente muy distintos. Como Orfeo, que según el mito tenía la capacidad de transformar el caos del mundo en un todo armónico, David Burdeny nos trae paisajes oníricos llenos de color, casi fantásticos, junto a otros tan densos que parecen pertenecer a un mundo post apocalíptico. Desde esta perspectiva, la serie se emprende en un coqueteo con el abstraccionismo, principalmente por el uso del color como un instrumento expresivo. El paisaje aparece desprovisto de su condición natural para verse ordenado y fragmentado, el artista explota la capacidad expresiva de su luz y color, indagando los espacios liminales, los umbrales, los límites y el orden.
Esta búsqueda que el artista emprende en SALT recuerda lo que dijera Apollinaire sobre los Orfistas, una corriente del abstraccionismo frances: “the art of painting new totalities with elements that the artist does not take from visual reality, but creates entirely by himself. [...] An Orphic painter's works should convey an 'untroubled aesthetic pleasure', a meaningful structure and sublime significance".